Supervivencia a través de la danza: Bailarines ucranianos se unen Instituto Nacional de España

El Instituto Nacional de la Danza de España ha estado asistiendo a muchos bailarines profesionales afectados por la guerra en Ucrania. Muchos bailarines tradicionales dieron vuelta esa vida y pusieron en peligro su vida futura, uniéndose a la compañía de danza y pudiendo encontrar un nuevo hogar.

Anastasia Kovalevska no podía imaginar que el día anterior a la invasión era su último ensayo.

«La dirección del teatro nos dijo de un día para otro que todos los espectáculos se cancelaron y mucha gente empezó a irse de Ucrania. Un mes después, se reanudaron las clases, pero nos dijeron que no había suficiente gente en Ucrania», dijo.

No sólo fueron aceptados en la compañía de danza, sino que su pianista ucraniana Victoria Klushenk les ayudó con todo lo necesario para emigrar a España: trámites, transporte público y tarjetas de la seguridad social, gestionándose la atención dental gratuita.

Pero Victoria también estaba en Kiev cuando comenzó la guerra y era consciente de sus dificultades. Afortunadamente, pudo traer a su madre a la capital española.

Un total de siete bailarines ucranianos están ahora en la Compañía Nacional de Danza Dansa, que busca impresionar a los estudiantes internacionales y nacionales en los últimos años de sus estudios de danza a través del ‘Programa de Talento Emergente’. Los tres interpretarán a Giselle en el Detro Real Arena de Madrid a mediados de mayo.

Según Joaquín de Luce, director de la compañía, es importante que el público sepa que la participación de los bailarines no es una obra de caridad.

Según él, «su participación se basa en criterios de arte» y abre las manos. “Ponerlos en escena es nuestra responsabilidad con el público, con este gran teatro, con esta compañía y con la danza en España”, añade.

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Tras un comienzo marcado por la tragedia, ahora los compañeros y la dirección les han hecho sentir casi como en casa. Yelyzaveta Semenenko es una de las bailarinas afortunadas y se siente muy agradecido por esta oportunidad.

Todos ellos pudieron mudarse a Madrid gracias a la amistad que tenían con sus compañeros bailarines españoles antes de que comenzara la guerra, y esta amistad se ha fortalecido desde que llegaron.

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